Muere a los 32 años el sacerdote lebrijano Pedro Elena García, ejemplo de fe y entrega
La Archidiócesis de Sevilla y numerosas comunidades católicas de la provincia se encuentran consternadas tras el fallecimiento del sacerdote Pedro Elena García, natural de Lebrija, que ha muerto a la temprana edad de 32 años. El joven presbítero sufrió el pasado 1 de septiembre una repentina parada cardíaca mientras compartía una sobremesa con amigos en Lantejuela, localidad donde ejerció su ministerio durante los últimos dos años. El percance lo hizo desplomarse en el acto, y un helicóptero sanitario lo trasladó de urgencia al Hospital Virgen de Valme, en Dos Hermanas.
Desde entonces, miles de personas iniciaron cadenas de oración por su recuperación. Sin embargo, pese al esfuerzo de los facultativos y la esperanza mantenida por su familia y los fieles, Pedro Elena permaneció sedado durante toda la semana. A causa de la falta de oxígeno en los momentos posteriores al paro cardíaco, las secuelas neurológicas eran irreversibles. El pasado fin de semana los médicos retiraron la asistencia y la sedación, aunque su corazón continuó latiendo hasta que finalmente se apagó el miércoles 10 de septiembre a las 17:00 horas.
Un camino sacerdotal lleno de frutos
Nacido el 21 de abril de 1993 en Lebrija, Pedro Elena mostró una vocación temprana que lo llevó al Seminario de Sevilla, donde se preparó para el sacerdocio. Fue ordenado el 20 de junio de 2020 en la Catedral de Sevilla por el arzobispo emérito Juan José Asenjo. Su primera misa solemne la celebró poco después en el convento de las religiosas concepcionistas de su pueblo natal, donde expresó su deseo de vivir con plena entrega al Evangelio.
Su primer destino pastoral fue la parroquia de Santa María la Blanca, en Los Palacios y Villafranca, donde ejerció como vicario parroquial. Posteriormente, fue enviado a Lantejuela, donde en poco tiempo se ganó el cariño de la comunidad por su carácter cercano, su alegría y su capacidad de atraer a los jóvenes hacia la Iglesia. Precisamente, allí se encontraba despidiéndose de amigos el día que sufrió el paro cardíaco. En pocos días, debía asumir un nuevo reto pastoral: ser nombrado párroco de la Purísima Concepción de Villaverde del Río, el próximo 18 de septiembre, algo que los feligreses esperaban con ilusión.
Oraciones, fe y consuelo
La noticia de su hospitalización movilizó a numerosos grupos de oración, hermandades y parroquias, no solo de sus destinos pastorales, sino también de Sevilla capital y otras localidades. Su historia conmovió especialmente a los jóvenes católicos vinculados a la devoción del recién canonizado Carlo Acutis, de quien Pedro era un ferviente admirador. De hecho, planeaba asistir en Roma a la canonización del joven italiano, pero la providencia quiso que no llegara a hacerlo.
El fallecimiento de Pedro Elena ha sido vivido como un duro golpe para quienes lo conocieron, aunque muchos encuentran consuelo en la fe, convencidos de que “Dios lo quería junto a Él”. Tanto las hermandades de Los Palacios y Villafranca, Lantejuela y Villaverde del Río —como la de Nuestra Señora de Aguas Santas—, como el propio Arzobispado y decenas de comunidades religiosas han compartido mensajes de apoyo a la familia, invitando a mantener la esperanza cristiana en medio del dolor.
Un sacerdote que arrastró a muchos hacia la fe
Quienes lo trataron destacan de él su don de gentes, su humildad y su alegría contagiosa. Era especialmente cercano a los jóvenes, con quienes conectaba de forma natural, logrando atraerlos a la vida parroquial en tiempos donde resulta difícil acercar a las nuevas generaciones a la Iglesia. Niños, adolescentes y mayores coinciden en describirlo como un sacerdote que “se hacía querer” y que dejaba huella allá por donde pasaba.
Durante los días de su convalecencia, no faltaron grupos de fieles que se turnaban en vigilias de oración a las puertas del hospital. En redes sociales se multiplicaron los mensajes de ánimo, algunos con la esperanza de un milagro, otros como testimonio del cariño hacia un hombre que supo vivir su ministerio con intensidad en apenas cinco años de sacerdocio.
Donación de órganos: un legado de vida
Uno de los gestos más significativos tras su muerte ha sido la decisión de su familia de donar sus órganos. Sus padres y su hermano pequeño han querido que, incluso después de su fallecimiento, Pedro siga dando vida a otros. Un acto que muchos han calificado como una verdadera forma de “resurrección”, prolongando su entrega generosa a través de quienes reciban este don.
Exequias y despedida
El cuerpo de Pedro Elena está siendo velado en el Sagrario de verano, ubicado en el patio de los naranjos de la Parroquia de Nuestra Señora de la Oliva en Lebrija. Allí, este jueves 11 de septiembre, a las 18:00 horas, se celebrará la misa funeral por su eterno descanso. Se espera una multitudinaria asistencia de sacerdotes, religiosos, fieles y hermandades que se unirán para despedirlo.
La muerte de este joven sacerdote ha dejado un vacío enorme en las parroquias que lo vieron crecer en la fe, pero su legado permanece. Su vida, aunque breve, ha sido un ejemplo de amor a Dios y a la Iglesia, y su memoria seguirá inspirando a quienes lo conocieron.
Descanse en paz Pedro Elena García, sacerdote y amigo de todos, cuyo testimonio de entrega permanecerá vivo en el corazón de la comunidad cristiana.